La transformación de los sentidos, tobogán donde está subida mi alma. Con frenesí desatado. Para ti, que sin pretenderlo, me robaste el corazón.
Necesidad extrema de saber donde dirijo mi existencia, donde atracaré tras esta tempestad, embravecida, agitada por enormes vientos del norte. Mi barco, azotado por el oleaje, desequilibrando mi mundo, deambula entre las crestas de las enormes olas generadas. Sigo entre mares de cristal infinito. Asir el timón con fuerza, fijar el rumbo.
Sentimientos trasformados en prosa, por una pluma nerviosa, por una mente arrebatada. Blanco sobre negro, como motor de existencias, desde lo más profundo del alma a un inhóspito exterior.
La existencia, se ha subido a la montaña rusa, veloz, empinada, pero siempre por carriles, siempre hacia adelante.
Y después de la tormenta, siempre llega la calma.
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