Foto: Escipión el Africano o Publio Cornelio cónsul Romano, que llego a ser comandante de las Legiones, Censor y Princeps Senatus. Tras seis derrotas anteriores, 7º comandante elegido por Roma para acabar con el indomable pueblo numantino, cuestión que consiguió en los primeros meses del 133 a. C.
Es mi momento, es el momento, es 8 marzo de 2025 y hoy llevo justo un año entero de batalla desde aquella noche viernes del 24, mierda de año bisiesto, donde me confirmaron cuál era el nombre de mi enemigo, poniendo cara a mi Escipión, la LMA.
Hoy sigo inmerso en ella, aún no ha terminado, con otro oponente, pero estamos en plena pelea, de seguro meses por delante, cruenta, a veces desigual y casi despiadada.
No es tiempo para parar, no voy a parar.
Estoy preparado, es una declaración de intenciones y así soy para afrontar esta larga pelea: me creo un tipo recio y noble, estoico. Intento hacer el bien y sonreír. A veces mal hablado, haciendo siempre de la puntualidad una virtud. No dejo las cosas a medias, por encima de todo cumplir la palabra dada, no soy humilde y sí muy, muy cabezota.
Soy hijo, esposo, padre, hermano, tío, sobrino, padrino y amigo de gente que me quiere mucho.
Estoy tremendamente orgulloso de ser como soy, con todo lo anterior y un buen saco de defectos. Soy realmente afortunado.
Lo que sí seguro soy puro soriano, oriundo de una tierra inhóspita, hostil, de picos pelados y riscos de pieles marrón barro, heredero fiel de aquellos hombres de una Numancia que jamás supieron rendirse.
Foto: “Caballito de Soria” Hoy en día, esta fíbula se ha convertido en un emblema de la ciudad de Soria y de toda la provincia, representando la mentalidad de sus habitantes: “siempre luchar, nunca rendirse”.
Pero quiero mejorar la estirpe de mis ancestros, no perderé la última batalla. Voy a pasear a mi particular “Escipión el Africano” bajo un arco del triunfo, subyugado por el acero templado de mis dos Espadas invencibles, templadas en el mejor acero, el del amor incondicional. Esas espadas, me llevan siempre a la victoria.
Este Escipión no podrá con este numantino, no lo ve venir, no podrá esconderse de su esta vez derrota segura.
El aún no lo sabe pero está sentenciado: “alea jacta est”.
Antes de terminar explicaré una pequeña historia.
Existe una pócima mágica que bebemos los hijos de Numancia desde hace más de dos mil años y que ya entonces conseguía que tras su ingesta en grandes cantidades, hasta más de media docena de comandantes romanos perdieran sus batallas contra mis ancestros en las riveras del Duero.
Habrá victoria segura y habrá que celebrarlo, tarde o temprano.
Esperemos más temprano que tarde, en una gran festejo invitaré a todos conmigo para compartir grandes cantidades de esa pócima mágica que hoy sigue existiendo y que podría hacernos a todos invencibles, al menos ese día.
Por Carlos Elipe Pérez.
Madrid, febrero, 2025
Foto: “Trisquel celta” asociado a Numancia que llevo en mi llavero personal.